Dias de trasiego de profesionales, Madrid fusión atrae a mucha gente del sector, clientes que nos vienen a visitar y que agradecemos que hayan pasado por nuestra casa, nos hizo mucha ilusión la vista de Juan Mari Arzak y Pedro Subijana junto a Elena Arzak, también la del equipo de Mugaritz, me une una buena amistad con José Ramon y le agradezco que pasara por Santceloni, le debo la visita yo en cuando pueda!! También nos visitó Quique Dacosta, que ya hacia tiempo que nos lo prometia y por fin se pasó por nuestra casa, y es que esto es lo que pasa, tenemos cientos de compromisos y muchas veces somos esclavos de nuestro oficio en nuestro tiempo libre y no podemos ir a todos los sitios que tenemos pendiente de visitar, pero bueno, poco a poco prometo devolverles la visita!! Pero hay una visita en especial que me ha echo mucha ilusión, la de Juan Ruiz Henestrosa, el flamante Maitre Sumiller de Aponiente de Ángel León, sin duda es un orgullo para mi verle triunfar, y saber que por donde va lleva con orgullo sus orígenes, y me tiene muy presente en todas sus batallas!! Sin duda es y siempre será parte de Santceloni, y hoy ha querido estar unos dias con nosotros y participar en nuestro servicio, se podría llamar reciclaje, actualización o puesta al día! Lo que está claro que compartiremos unos días donde hablaremos de la Sala y de lo bien que nos lo pasamos haciendo lo que mas nos gusta. Y dedicado a el y a tantos Andaluces que han pasado por nuestra casa y siguen formando parte, Pedro Roldán, Silvia Flores, Norberto Iglesias, Miguel Ara, Francisco José Martín, Antonio Lima, Juan Jose Alvarez, seguro que me dejo alguno, que me perdonen!! Gran tierra y Gran cantera la Andaluza, tierra donde santi pasaba cada año a comer lo que para el era una delicia, el Pescadito Frito.
Pescadito Frito
Suena a popular; el pescadito frito gusta a todos si el aceite no tiene el regusto que da el refrito de la harina. Unos sonsos recién pescados, unas anchoas, una pescadilla, chipirones, calamares, merluza o pequeños lenguados de Playa pueden deleitar a pequeños y mayores. Descubrí hace años que no es ninguna herejía comerse unos calamares a la romana con mayonesa. Da igual que nos perdonen la vida, tachándonos de vulgares, algunos espíritus sofisticados que prefieren un sushi o un carpaccio de lubina. ¡Como si estas supuestas creaciones fueran mejores que una simple fritura! Pro favor, que no nos regateen, en nombre de ninguna creación, unas patatas Bravas con una cerveza de Barril: nadie tiene suficiente legitimidad gastronómica para clasificar el placer que sienten los demás. El placer de comer es tan subjetivo, que no hay langostinos en el mundo que puedan suplir unas caballas a la brasa cuando en verano éstas, como las sardinas, tiene un punto graso que es el colmo de la exquisitez.
Cuando en un chiringuito junto al puerto se reciben a los clientes con una sonrisa y se les da el mejor pescado de la lonja, el comensal aprecia el lujo en el plato; al final todo se resume en un momento de placer.
En los pueblos de la Costa Brava, durante muchos decenios, la cena tradicional consistía en el pescado del día acompañado de una ensalada y el pan con tomate. ¡ Que maravilla dietética y qué maravilla de calidad de vida, tan alejada de las malas costumbres que últimamente se han impuesto en nuestra alimentación!
He sentido emoción en Málaga, Motril, la Barceloneta, Blanes, Sanlúcar de Barrameda, Cambrils, Sant Miquel de Ibiza, los abrigos de Tenerife…., comiendo simplemente los pescados que la mar nos regala cada día. Romescos, mojos, suqets, calderetas, bullabesas en cabo de Antibes o un fritto misto en Génova, da lo mismo el lugar, siempre que se comparta en una compañía tan grata como la de aquella tortilla de chanquetes que nos comimos en Portofino en casa de unos amigos. El pescadito frito es la alegría de vivir, es sentir, amar al mar en la mesa bien puesta, con la
cordialidad que desprende una alegría simple. ¿Podría alguien pensar que es mejor comerse un Cabracho en el Louis XV de Montecarlo que una anguila al all i pebre en tierras Valencianas? Pues ni mejor ni peor. Los mejores bocados, el placer y su recuerdo, como el de aquellas cigalas en San Xenxo, un Verano, en la Taberna Rotilio, son un capital ahorrado al que todo ser humano tiene derecho; es la memoria que no nos abandonará jamás.
Podrán venir años en los que el ácido úrico, el colesterol o el azucar nos obliguen a ponernos a dieta, pero los gratos momentos vividos son reservas que nos permiten afrontar nuevos retos, las dificultades propias del desgaste de los años. Perderse el placer de la buena comida es no entender que la vida se vive una sola vez, y que negarse esos placeres es lo mismo que renunciar a compartirla. Pescadito frito y Alegría por un amanecer sin nubes, con la ilusión del quien tiene la caña bien plantada junto a las rocas de la playa y siente la campanilla cuando la lubina a picado.
Muchos restaurantes, sin estar entre los grandes ni pretenderlo,tienen el orgullo de trabajar con un equipo que funciona desde hace más de treinta años, y envejecen junto a sus antiguos clientes, saboreando amistad, ofreciéndoles pescadito frito como lo mejor del día y de la vida.