Ya muchos de lleno en las tan merecidas vacaciones, hoy rescato un texto de Santi donde nos relata uno de sus viajes por Asia, su tan querida Asia, Indonesia siempre le cautivó y le sirvió de inspiración para muchos textos que podemos encontrar en sus libros…
DIARIO DE LOMBOK
Al atardecer, las puestas de sol desde Medana Beach, en el Hotel Oberoi de Lombok, son una pura delicia. Después de un día de navegar por las islas de Gili y bañarnos en sus transparentes aguas llenas de coral, nos reímos a gusto en la terraza del Tokeke Bar, donde el barman, apodado Mr. Banana, nos deleita con su simpatía y sus buenos cócteles. Son las vacaciones anuales para quien escribe este artículo semanalmente, lejos de nuestro Mediterráneo y cerca de un activo volcán que en 1995 entró en erupción, el Rinjani, de 3786 metros de altura, una espectacular montaña. Nos encantan los contrastes, la naturaleza salvaje y las maravillosas flores que embellecen los jardines que nos acogen. En distintas ocasiones hemos disfrutado de la fascinante isla de Bali. Esta vez optamos por Lombok, la menos turística.
Al aterrizar en el aeropuerto te percatas de que son pocos los aviones que transitan diariamente por la isla. Tras abandonar el recinto del aeropuerto, nos adentramos en las calles de la pequeña Mataram, donde las parrillas dispuestas al lado de las viviendas de los nativos empiezan a humear, a punto para cocinar uno de los platos nacionales de Indonesia, el famoso saté babi kuning, originario de Bali, que consiste en unas pequeñas brochetas de cerdo con salsa de cacahuetes. Si han visitado Holanda, habrán podido comprobar que el saté es un plato común para los holandeses, muchos de los cuales lo comen una vez por semana en su propia casa.
El arroz es la base de la cocina de Indonesia, y se encuentra en todos sus platos importantes, además de servir de acompañamiento. Así pues, si comes unas gambas al estilo de Lombok, te sirven las gambas cocinadas con salsa picante y el arroz muy hecho al lado para acompañar el conjunto a tu propio gusto. Es una cocina muy especiada; los chiles rojos son extremadamente picantes, mientras que la nota ácida la aportan las pequeñas limas.
En general la cocina indonesia presenta influencias del resto de Asia: un poco de Tailandia, de Malasia, de la India, que se funden con las aportaciones autóctonas de Java, Sumatra… Sin olvidar la contribución de los antiguos colonizadores holandeses. El resultado es un interesante mosaico al que el turismo ha incorporado más recientemente toques exóticos del Japón, Vietnam o Corea. Después del 11 de septiembre y los atentados terroristas de la isla de Bali, Indonesia no es un destino turístico preferente. La crisis está afectando a una economía ya de por sí muy frágil, razón de más para que este año hayamos decidido descansar en Lombok.
El día que pasamos en las islas de Gili fue espectacular, pesca de barracuda incluida, con arroz guisado con calamares, verduras y, por supuesto, la barracuda. De aperitivo preparé el pescado en shashimi con un poco de jengibre y lima. Al guiso de arroz se apuntó toda la tripulación del pequeño barco de estilo balinés que alquilamos por la mañana en el hotel. Me encantó poder cocinar para ellos y para los cocineros del chiringuito de la playa donde atracamos para almorzar y darnos unos baños. La magia de la cocina se encuentra sin buscarla, donde menos te esperas: un simple arroz te sabe a gloria y la mejor gloria es poder disfrutarlo durante un día de vacaciones, en un lugar agradable, con personas que acabas de conocer, pero cuya sonrisa y amabilidad te seducen. De regreso al hotel, un baño, masaje relajante, un tiempo de lectura para las excelentes narraciones de Slawomir Mrozek y a las 8 en punto para cenar, polo aromatizado al tamarindo, típico del este de Java, y de postre arroz negro cocido con leche de coco y fruta. ¡Reconfortante día en Lombok!