Ya en mas de una ocasión hemos hablado del necesario equilibrio entre la vida profesional y la personal, equilibrio que en muchas ocasiones es difícil de conllevar, nuestro horarios son complejos, muy complicados dentro de lo que entendemos como horarios normales, comparándolos con gran parte de la población.
Este es un trabajo que nos demanda mucho, físicamente por supuesto, pero también mentalmente, un oficio que nos reclama estar lo mas activos posibles en cuerpo y espíritu, y esto en muchas ocasiones es complejo. Por muy profesionales que seamos, y por muy buena base que tengamos, todos tenemos vida personal, lejos del trabajo y decir que las cosas del trabajo no nos afectan en casa, o que nuestras situaciones personales no afectan en nuestro que hacer laboral, creo que sería faltar a la verdad, es lógico, uno aprende con el tiempo a construirse ciertas corazas, a buscar sus propias herramientas para desconectar, o mejor dicho aislar o aplazar temporalmente para luego retomar, intentado que se crucen lo menos posible, no es fácil , en mi propio caso con el tiempo lo he
conseguido, buscando válvulas de escape, huyendo de la ciudad, conducir esos 4o minutos cuando salgo con el stress del trabajo, me permiten reorganizar mi cabeza, dar orden a las prioridades y llegar a casa mas liberado, probé de vivir a cinco minutos del trabajo, y llegaba con la misma actividad en el cuerpo, como si siguiera trabajando, acusando grandes problemas de insomnio. Por eso digo que esto es muy personal, muchos pensaran lo contrario que yo , ¡¡Por supuesto!! , pero lo que importa es estar en equilibrio con uno mismo y con los tuyos.
Pero hay algo muy importante dentro de tu entorno laboral, algo que marcará tu presente y tu futuro, y que está al margen de los sacrificios o de los esfuerzos, sentirse en tu propia casa. Independientemente de tu cargo o posición en la empresa, este ha sido siempre un lema que ha viajado conmigo, donde he trabajo, he sentido los colores, como los propios míos, y he defendido los intereses de la casa como si fueran propios, como ayudante, como camarero o como Maître, creo que de esta forma he velado por los mejores intereses para cada casa donde he trabajado, me ha forzado ha dar lo mejor de mi y he recibido lo mejor que podía esperar, como reconocimiento a mi fidelidad y defensa de dichos intereses.
Hay muchos oficios donde hay un trabajo muy mecánico, incluso repetitivo, donde no hay sorpresa, cambio o improvisación, los que nos dedicamos a este oficio, sabemos que no existe un día igual, hay que improvisar, somos actores de una obra que a medida que avanza el acto, improvisa su guión, aburrirse es muy difícil y menos cuando amas lo que haces. Sentirse en casa, es sentirse a gusto, es pensar que a pesar de la cantidad de horas que le dedicamos al trabajo, estamos contentos con nuestro entorno laboral, tenemos grandes compañeros de trabajo, la empresa reconoce nuestros esfuerzos, los clientes salen a gusto de nuestras casas, hay futuro y no cesamos de aprender, que nunca decaiga la ilusión …