Esta semana he viajado a San Sebastián, ciudad que no deja de sorprenderme, su gente, su gastronomía, la belleza de sus paisajes, calidad de vida sin duda alguna. Viajé para ver el funcionamiento de un proyecto gastronómico que está a punto de inaugurarse, dentro del Nh Collection Aranzazu, el Kukuarri, formula excepcional en diseño, concepto, don’t stop desde la mañana hasta las 2:00 de la mañana, concepto informal, donde se puede comer, tomar buenas copas, o simplemente un café bien servido, pero ya les hablaré con mas detalle del proyecto, hoy después de ver la evolución de este proyecto como nace y se va cuajando, hasta el momento de plenitud de la obra y la llegada de la apertura, me ha venido a la cabeza escribir unas líneas de las sensaciones que se viven, y me ha recordado las que me toco vivir.
Y es que toda apertura es compleja, al igual que para el ser humano supone una mudanza, momento duro donde los haya, una apertura es muy estresante y puede acabar con la paciencia de mas de uno.
Previo a una ejecución, siempre está la idea, el diseño, el concepto, la ilusión por un proyecto que normalmente implica a muchos, y que en muchos casos supone un esfuerzo en lo económico y una ilusión hecha realidad, algo soñado hace muchos años y que por fin se podrá ejecutar. A nivel de gran empresa, las reformas y aperturas son la orden del día, como en la actualidad sucede en nuestra compañía, donde desde hace casi dos años, el ritmo es incesante, nuevos espacios gastronómicos, obras en hoteles emblemáticos, reaperturas, nuevos hoteles, etc…
Quizás cuando uno trabaja en una compañía, donde esto sucede con frecuencia, puede acabar por ser rutina, aprender a digerir todo lo que supone con mayor facilidad, aún así, cuando las obras empiezan, y los tiempos te acechan, los nervios y la tensión florece.
Un espacio en obras, es un espacio que no produce, y cada día que el local está cerrado, es un día de perdida, un día que dejamos de facturar, sin hablar de posibles demoras, cuando pensábamos abrir en una fecha y por algún motivo acusamos un retraso, sucede y puede suceder.
Luego por que tenemos las dudas lógicas, si un nuevo espacio, encajará en el gusto del consumidor, de nuestros clientes, en algunos casos, cuando alguien pone todo su patrimonio personal, familiar y se atreve a una gran reforma, la apertura genera dudas y el » ¿Habremos acertado? , flota hasta el día uno que abre la puerta del negocio.
Luego están todos los detalles, durante las mismas obras, correcciones, debates con el decorador, con el constructor, la limpieza después de una obra o reforma, cuando lo tienes todo limpio lo sigues viendo sucio, algo que no te funciona o aquello que se te olvidó comentar y ahora te has acordado, el llegaremos a tiempo, no llegamos, no terminamos, ya me he comprometido….
Es un stress, necesario y que todo el mundo afronta con mucha ilusión, y que luego cuando el fruto está en su esplendor, orgullosos decimos, ha valido la pena… Yo ya he pasado por alguna apertura y seguro que me quedan por pasar, en esto como casi en todo la experiencia es un grado, pero sigo con la tensión alta hasta el día uno, cuando vea el primer cliente entrar por la puerta, luego respiraré mas tranquilo….