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Dulce Infancia.
Las magdalenas datan del siglo XVIII, según cuentan los libros de historia de cocina y pastelería, aunque el origen del nombre es más discutible. Personalmente me gusta creer en la existencia de una chica llamada Madeleine que todas las mañanas vencía enlos alrededores del Palais Royal parisino unos buenísimos pasteles recien hechos, aún calientes y deliciosos, que acabarían llevando su nombre. Alejandro Dumas, en cambio, atribuía la invención y el nombre de las maravillosas magdalenas a Madeleine Plumier, cocinera de Mme Perrotin de Barmon. Claro que siguiendo la pista dela magdalena de Proust, en la villa de Illiers se venían elaborando desde la edad Media unos pastelillos en forma de concha, como la concha de los peregrinos de Santiago de Compostela.
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otros huel a coques ensucrades, a churros o a cruasán, en función de la cultura de cada país.
ectáculo. Las castañas tostadas y el azúcar hilado son hoy una rareza que se encuentra en las ferias donde compartimos los buenos momentos de ocio, ya sea fiestas mayores o en centros de ocio de fin de semana.Las manzanas caramelizadas continuan siendo una imagen visualmente preciosa, tierna y feliz de aquellos años en que todo nos hacía una gran ilusión. El exceso de oferta, la falsa riqueza de las sociedades de consumo, ha conseguido sacier hasta la naúsea las ansias de posesión del hombre de hoy. Unas almendras garrapiñadas, unas simples patatas de churrero no se saborean con el mismo deleite de antaño. En pocas casas se hierve la leche y se consume su telilla con unas buenas rebanadas de pan tostado espolvoreado de azúcar. Son las cosas simples las que ayudan a mejorar nuestra existencia, como una confitura de albaricoque con almendras o el roscón con chantillí de los domingos, compartido en familia. Se habla mucho de enseñar alimentación en las escuelas, pero si en casa los nios no se sientan a la mesa para comer y compartir con sus padres el sabor de la buena vida hogareña, mal andamos. Los resultados pedagógicos no serán demasiado halgagüeños. Lo mejor aún está por llegar, pero nuestra mente debe permanecer abierta y nuestros corazones reclaman hoy más sensibilidad.



