En el anterior Post, hablábamos del estreno del Santceloni Cigar Club, como ya comenté soy amante del buen Cigarro, sobretodo Habano, pero no le hago ningún feo al Dominicano o al Canario. Para mi es todo un ritual, y parte de la ceremonia de ir a un gran restaurante a celebrar o disfrutar de una buena velada. Es el gran final, digestivo en mano, saboreando el tabaco, sin prisas, con tiempo, sin tiros largos que perjudiquen el quemado del cigarro y controlando el encendido, con una buena compañía, que mas se puede pedir!! .
En el post de hoy me gustaría tocar mas la parte técnica de elaboración del Puro, sus partes, su elaboración, su conservación y como no, el encendido. No pretendo que los no aficionados o los no fumadores se motiven, ni mucho menos!! , solo quiero reflejar lo que para unos cuantos es placer y disfrute, y quien quiera iniciarse, bienvenido sea!!
LOS INICIOS:
Largo y delicado resulta el proceso de elaboración de un buen cigarro puro, desde la plantación hasta el control de calidad, empaquetado, anillado, distribución y almacenamiento en un entorno adecuado de temperatura y humedad, pasando por la elección de las hojas para las distintas partes del cigarro y del propio torcido, llevadas a buen término por personal altamente cualificado, para que finalmente alguien que sepa apreciarlo disfrute fumando y deleitando de ese producto final, que no es otro que un excelente puro habano. No me extenderé demasiado en este capítulo, pero sí daré unas breves pinceladas sobre el proceso de cultivo, recolección y elaboración, así como algunas cifras de producción, calidad del tabaco y distribución geográfica de los cultivos.
Todo comienza en el mes de Septiembre con la preparación del terreno, siguiendo poco después, en Octubre, con la siembra de los planteles de tabaco, unas pequeñas matas de unos 18 cm. de altura. Tras tres meses de continuo crecimiento, la planta llega hasta 1,70 o 1,80 m. como máximo, entonces se poda la yema superior de cada planta para limitar su crecida y fortalecerla. Se aguarda hasta principios de Abril a la recolección de la hoja. La recolección es el inicio de la fase de elaboración del cigarro puro, que finalizará a los tres años con el torcido.
PARTES Y ELABORACIÓN:
CABEZA: Es la parte del cigarro por donde se fuma y se cierra por la perilla, un trozo de hoja que remata la cabeza. Puede terminar en forma de avellana o en rabo de cerdo cuando está hecho a mano. Su realización manual es muy laboriosa y especializada.
CAÑÓN O TALLO: es el cuerpo del cigarro. El cañón parejo es el que mantiene el mismo grosor en toda la longitud del cigarro, mientras el figurado o ahuevado presenta formas distintas a las rectilíneas.
PIE: es por donde se enciende el cigarro
1- Preparación de las capas
Una vez que las hojas de capa están añejadas, listas para la escogida y para la clasificación final, es que se procede al despalillo.
Las gavillas de 40 o 50 hojas (según su clasificación) son sometidas a una fina aspersión de agua pura. Las gotas en exceso se sacuden para evitar cualquier tipo de mancha, colgándose las hojas en bastidores para que la humedad se absorba uniformemente.
Posteriormente, las suaves manos de mujeres altamente calificadas realizan el despalillo y el rezagado (clasificación final de la capa). Un movimiento certero elimina totalmente la vena central de la hoja.
2- Preparación de las tripas
Las hojas destinadas a la tripa y el capote se retiran cuidadosamente de sus pacas para ser examinadas. Si fuera necesario se someten a un proceso de oreo para eliminar el exceso de humedad, y después se colocan en barriles de madera donde se almacenan hasta que se preparan para ser utilizadas.
3- Componiendo la ligada
La tarea de selección de las ligadas o mezclas para cada marca, de acuerdo con sus propias recetas, comienza mucho antes de que las pacas lleguen a la fábrica. Cuando se conoce la programación futura de la producción por marcas y tamaños, el Maestro Ligador elabora la lista de todas las hojas de tabaco que él necesita para confeccionarlos.
En el almacén central se realiza una selección de entre una enorme cantidad de pacas que contienen todo tipo de hojas, cada una clasificada según su tiempo (ligero, seco, volado y capote), su tamaño, su edad y lo más importante, su zona y su área de origen.
Existe un vínculo establecido entre la fábrica y las zonas que suministran la hoja para las marcas que ésta produce. Sin embargo, es responsabilidad del Ligador tomar muestra del sabor del tabaco que se utiliza diariamente. Él conoce las recetas de cada marca y vitola, y es el guardián de su consistencia.
El departamento de mezclas se denomina La Barajita, porque el proceso de ensamblar las hojas para una ligada se asemeja al proceso de barajar las cartas.
COMO ELEGIR
En el arte de fumar puros, a la hora de elegir un buen habano debemos dejarnos llevar por los sentidos: la vista, un puro bien terminado y elegante, así como de un color adecuado (claro o más oscuro, según el gusto de cada cual); el tacto, prieto y bien elaborado, firme pero no duro (se palpa entre los dedos índice y pulgar, presionando ligeramente); el olfato, elegir un puro de un estupendo olor a tabaco fresco; el gusto, un puro de sabor más suave o fuerte en función de nuestras preferencias.
El color del puro debe ser uniforme en toda la superficie y con un cierto brillo. Si aparece algún tipo de mancha debe ser blanca o verde, que son las manchas que pueden aparecer en el proceso natural de su crecimiento o curación, y que no afectan a la calidad del puro.
En cuanto al tamaño del puro, debemos elegir el mismo en función del tiempo de que dispongamos para poder disfrutarlo. No es lo mismo un puro de media mañana o tarde, que el que se fuma con posterioridad a un buen almuerzo o cena. Hay que darle tiempo al puro para poder disfrutarlo sin prisas.
EL ENCENDIDO
El modo de encenderlo determinará su sabor y combustión y, por este motivo, resulta muy importante hacerlo como es debido. Con un puro en una mano y un encendedor (o cerilla) en la otra, da comienzo el ritual que comparten todos los fumadores. Despacio y con cuidado. El acto de encender un puro, pasar de la llama a la primera calada es una de las ceremonias más íntimas del fumar; y para poder disfrutarla plenamente se precisa habilidad, concentración y delicadeza.
La llama nunca debe tocar el puro; nunca sumergir el pie del puro en la llama ya que el tabaco se convertiría en carbono y su sabor a quemado permanecerá desde la primera a la última calada. Tampoco sujetar el puro con la boca. Poco a poco, girar el puro hasta que el borde del pie se queme por igual formando un anillo de brasa uniforme; una vez encendido, soplar con cuidado hasta que las ascuas se recubran de un círculo de ceniza perfecto.Echar ligeras bocanadas y girar el puro justo por encima (no dentro) del extremo de la llama, para encender todo el círculo exterior. Si el puro prende bien, la 1ª calada será la más intensa y gratificante; algunos aficionados, antes de esa calada, suelen soplar brevemente sobre el cigarro para así expulsar el posible mal sabor del encendido, debido al azufre de las cerillas o al gas del mechero.
Las cenizas son una señal sobre algunas de las características del puro. Un puro que se
enrolla bien, puede quemarse despacio y crea una ceniza tiesa entre dos a tres pulgadas de longitud sin doblarse o romperse. Se parece al propio puro excepto en que es gris.
En caso de que la ceniza se queme o se quiebre rápidamente, probablemente no fue enrolado debidamente. Un sabor caliente o amargo, o cualquier otro tipo de variaciones que ocurran mientras esta fumando el puro, son indicaciones de calidad pobre, bien sea en la mezcla de la hoja o en el enrollado. Un puro bueno puede arder de 3 a 5 minutos sin ser resoplado.
A veces, un puro bien encendido puede apagarse, esto puede ocurrir si olvidamos durante algunos minutos darle una chupada. En todo caso, “que no cunda el pánico”, no es un sacrilegio y además, lleva menos tiempo reencender un puro apagado que encender otro nuevo. Lo primero que se debe hacer es sacudir la ceniza y soplar con cuidado para comprobar que el puro está apagado. Si no sale humo, calentar el pie del puro, haciéndolo girar sobre la llama para eliminar el alquitrán y, encenderlo de nuevo; al encender el borde de la capa, puede que el puro ya haya prendido. Otra posibilidad, es que el puro se apague por un exceso de humedad, ya que ésta dificulta el tiro.
Nunca encender con una llama que altere sus cualidades: por tanto, no usar una vela ya que los vapores desprendidos por la cera caliente darán al cigarro un sabor desagradable; tampoco usar un mechero de gasolina, por el mismo motivo. Las cerillas son habituales en el encendido de los puros, usar las de madera, extra largas y sin azufre. Los encendedores especiales para cigarros puros permiten un encendido más regular; funcionan a base de un gas inodoro y generan llamas más anchas (algunos incluso disponen de doble llama) y un regulador de intensidad.
Disfruten de su Puro…