Como ya comenté en algún post anterior, hoy mas que nunca seguiremos con las publicaciones en el cuaderno de Santi, nació con la idea de mostrar su filosofía, su forma de entender la cocina y todo lo que envuelve a nuestro oficio, muchas veces con cierta polémica, o mejor dicho sin tapujos, así era Santi, decía lo que pensaba y fue fiel a sus ideales hasta el día de su muerte. Yo lejos de polemizar, lo único que pretendo y mas ahora con el cierre de Can Fabes, es mantener viva su memoria.
Hoy en el cuaderno les muestro un texto de Santi, donde nos habla de un viaje a Bangkok, tuve la gran suerte de poder participar en este viaje junto a otros compañeros y fue una experiencia muy enriquecedora. Viajar con Santi, era aprender, conocer, visitar restaurantes, mercados, que mejor formación!!
Del Oriental Hotel a Girardet…
A la Orilla del Rio Mae Nam Chao Phraya, se alza uno de los hoteles más emblemáticos del continente asiático; es un sitio legendario, un icono de la hotelería como el Raffles de Singapur. El Oriental Hotel cumplió el pasado año ciento treinta años . Gestionado por la cadena Mandarin, está en pleno proceso de renovación. Es el hotel con más vida Social de Bangkok, donde los lugareños adinerados deciden celebrar, sin que falten os
fuegos artificiales, los eventos más significativos. Tailandia es un reino con gran arraigo cultural; si bien a lo largo de su historia fue ocupada por los Japoneses en la segunda Guerra Mundial y con anterioridad sufrió invasiones de birmanos y jemeres, nunca a sido colonizada; la cultura thai está fuertemente arreada y con un gran espíritu tradicional, si bien el fenómeno de la globalización también se deja ver y sentir.
En mis viajes vacacionales por Asia, el paso por Bangkok es una etapa para mi gastronómica; la cocina thai con toda su fascinación estética tiene por su condimentación especiada el perfume que la convierte en inconfundible. En los grandes hoteles se encuentra una cocina thai excelente pero adaptada a paladares occidentales; la cocina de la calle y los mercados constituye un referente obligado para apreciarla. La primera ocasión que me alojé en el Oriental Hotel, me sedujo su SPA; hay quien lo
considera un referente internacional, por no decir el mejor; de sobras es conocido el carácter hospitalario y alegre de los tailandeses. El conocimiento de técnicas ancestrales sobre relajación, con aplicaciones de aceites, arroces, hierbas, se combina con un menú natural que bajo la supervisión del Chef Norbert Kostner: toma la naturaleza gastronómica, combinaciones a base de verduras al vapor, perfumadas al cilantro, citronela o lemon-gras. Las ensaladas de frutos como el pomelo y el
mango o pescados hervidos con caldo de verduras, leche de coco y albahaca despiertan un apetito saludable y equilibrado que se acompaña de sabrosos tes naturales, fríos o calientes en medio de una arquitectura donde la madera deja penetrar una luz natural, insinuando al cuerpo optar por un relajado sueño.
En restauración el Oriental Hotel tiene una oferta que bien confirma que el lujo asiático existe, con un equipo de 1.200 personas que atienden las necesidades de unos clientes que buscan confort vacacional, a la vez que conviven en unos espacios donde el hotel recibe un altísimo porcentaje de personas provinentes del mundo empresarial, business y ocio, nutrición y gastronomía, cae el día al lado del río con una copa de vino y una agradable conversación.
En plena calle se encuentra el restaurante The China House, perteneciente al hotel y en el que se puede degustar una cocina China clásica con platos tan emblemáticos como las aletas de tiburón y el pato a la pekinesa o las sopas de nido de golondrinas. Junto a estas especialidades, una variada cocina a la moda convive con el cambio de decoración, donde cultura fashion penetra procedente de Shanghái, Hong-Kong o Tokio. Los pescados como el garupa fritos y la salsa agridulce son deliciosos.
Bajo la dirección de Kart Wachtveill, hombre fuera de lo común, con un estilo sobrio y elegante, el hotel ha recibido la Crême de la Crême de todos los continentes; el establecimiento reinventa su guión culinario, con la aportación de Konstantino Blockbergen, hijo de Adolf, que ofició como director y chef del bucólico Aubergue de Raisin en Cully, tristemente fallecido hace pocos meses. Mi encuentro con Konstantino también
sirvió para recordar al que fue su maestro: Fredy Girardet y amigo intimo de su padre, nos quedó pendiente acompañarlos en un match de fútbol entre el Barcelona y el Madrid; así son las cosas, se nos van demasiado pronto y dejan una huella bien honda. Girardet continúa desde su silencioso retiro de Crissier, transmitiendo una fascinación especial; de vez en cuando puedo leer que ha oficiado con su colega Joël Rebouchon para alguna gala benéfica, la última en Montecarlo.
Su pato al vino, la royal de erizos de mar, las trufas con cardos, el timbal de macarrones, el bogavante a las especies dulces y tantos platos continúan teniendo una vigencia total como el Oriental Hotel de Bangkok.