Si queridos, ya están aquí como todos los años, y más bien que mal y a pesar de la crisis y el paro y todo lo que está cayendo un año más, de nuevo, con todos Ustedes
¡ LAS CENAS DE EMPRESA ¡
Ese pulmón de oxigeno que llega a las cajas de los sufridos Restoranes como agua de Mayo (o mejor dicho, como comunión de Mayo), ese maná esperado, es un ritual del que se han nutrido cientos de monologuistas para hacer reír con los tópicos típicos, pero que no deja de ser un momento clave en la trayectoria del negocio, un escaparate donde reflejar a muchos posibles futuros clientes el buen hacer de la casa, su gastronomía y calidad, todo está a la vista en un momento que los clientes escasean y son en eventos concertados donde visitan Restaurantes y comparan con sus locales habituales.
Es un momento complicado y el presupuesto de estas mesas no es el que era, y estos grupos precisan de mucha mano de obra porque como todos sabemos son días clave y a horas clave, la imagen del negocio está en juego y por parte del hostelero no se permite errores ni meteduras de pata, aunque especialmente esos días algunos clientes se luzcan….
Pero eso es otro tema, como ya dije, más propio de monólogos profesionales. El caso es que desde el punto de vista de un hostelero esos días entrañan parte del lado menos amable de la profesión, servicios grandes y ajetreados que no suelen tener nada que ver con el día a día de un Restorán, donde el trabajo se desarrolla de la mejor manera posible en condiciones mucho más adversas, y en fechas que todos estaríamos mejor con la familia, pero este oficio tiene estos contras vencidos por tantos “pros” que hacen sentirse orgulloso de ser Hostelero.
En circunstancias normales todo transcurre de un modo natural y desde la recepción y acomode del cliente a los postres todo sea amabilidad, compostura y ejercicios sociales solamente salpicados por la torpe mancha de vino o marisco
Pero a pesar de la ley antitabaco y los problemas de la alcoholemia se puede torcer un poco más de lo que lo haría una mesa normal de a diario, porque se mezclan muchos sentimientos y es posible que el dios Baco suelte alguna lengua más de lo que debería o la alegría y euforia se demuestren más de lo habitual, ahí el camarero ve y oye hasta lo que no quisiera.
Sobre todo cuando los felices propietarios deciden de ofertar karaokes y barras baratas para que los clientes no se vayan a otros locales “tan temprano” y echen unas copillas y cantos “en familia”. Pero ese tema dá para otro post. Sin más que desearos que la fuerza esté con vosotros, desearos felices fiestas, valor paciencia y “al toro”!
Gastronómicamente vuestro, y con la corbata en la cabeza