Con esa frase tan corta puede empezar un discurso, una poesía, un relato lleno de piropos que resuenen en el estómago del cliente y estimulen el apetito, si no traga saliva no lo ha comprendido… Y es que la venta requiere de muchas cosas, implicando al camarero al cien por cien las mejores cocinas saben que su embajador debe conocer los platos y ese punto que los Chef mediáticos ahora llaman “rock&roll” y hace de ese plato una delicia, algo inolvidable, pero requiere de ese “juego previo” esa estimulación, hacerlo deseable fuera del texto, infundir seguridad y descartar las dudas, ganándose la confianza del cliente, ahí le pica al camarero guindilla que dijo Leo.
Desde luego que la formación del servicio de Sala debe ser primordial, y aquel servidor que domine idiomas opta a muchas más posibilidades de trabajo, pero hay un cierto número de personas carismáticas que sin quererlo incitan, tienen ese don que los hace cercanos, de confianza, y que si no pasa nada raro y el engranaje del equipo rueda como Dios manda afianzará un cliente que divulgará lo bien que comió y lo bien que lo atendieron.
Esos iluminados son vendedores natos que si caen por suerte en la Hostelería bendicen el local con un trato cercano y procurarán una rotación óptima de los productos, que a la vez ganarán en frescura y calidad y esto hará un círculo beneficioso para todo el equipo, ahora sí, cuidado con los pedantes, cuidado con las ventas forzosas de producto “casi casi…” ojo compañeros. Que utilizar el arma más contundente de un hostelero, la psicología y el don de gente con fines oscuros no lleva a ningún puerto bueno, todos conocemos casos de pedantes o “coladores” que dejan la imagen del servicio por los suelos, del servicio y del negocio, aquellos que aburren al Santo Job con sus movidas y que se meten en conversaciones ajenas… ya sabéis…
El post de hoy está dedicado a todos los que hacéis bien el trabajo de camarero, tanto si eres vendedor como si dejas de hacer bien su trabajo al compañero que lo vende, si eres un tío con vista y sabes darle a cada cliente en la diana con este toque que le puede agradar tanto sin cruzar la línea, sin dejar de hacer nuestro trabajo, atendiendo y moviendo los pies, con la vista por delante. Ya sabes, la cabeza fría y los pies calientes.
Gastronómicamente vuestro