«Agradecimientos a Lluis Gibert por la fotografía que nos ha cedido, muestra lo importante que era para Santi el compartir esos pequeños grandes momentos de sobremesa, con un buen Gin Tonic en la mano…»
No se si será por la recuperación de la economía, o que la gente ya está un poco cansada de estar midiendo el por si pasa, por si va peor, por si no me sale el negocio, o incluso por lo que dirán. Justo ayer hablaba con un muy buen cliente del restaurante y me comentaba, seguro que no viene ya nadie con motivo de negocios a vuestra casa. Sinceramente, es lo que mas se resintió con la llegada de la crisis, pero también era consciente que cuando empezaran a florecer los primeros signos de que la cosa empieza a cambiar, recuperaríamos a este cliente, que vuelve poco a poco a reservar mesa en nuestro restaurant, nos da la impresión que algo, están cambiando las cosas……
Comidas de Negocios
Las comidas de negocios suelen empezar tal y como acaban: sin que los comensales se enteren de lo que comen. Tanto si la mesa se sitúa en un salón privado como en el principal, la comida nunca es el eje que centra el interés de los comensales, aunque para romper la tensión, el silencio ola rigidez del protocolo, en ciertas ocasiones se empiece hablando de comida y comparando restaurantes. Existen honrosas excepciones de restaurantes que ofrecen una cocina sabrosa, suculenta y a precios razonables donde el buen gastrónomo, aunque sea una comida de trabajo, no renuncia al placer. Sin embargo , no resulta fácil encontrar restaurantes con las mesas lo suficientemente separadas para no enterarte de las conversaciones de los vecinos.
Y tampoco es fácil encontrar empresas que reciban a sus clientes en un comedor privado dentro de sus propias instalaciones, ofreciéndoles una cocina que supere las expectativas que suscita un restaurante de nivel medio. Es triste constatar que grandes empresas de la alimentación utilizan cáterings para agasajar a sus clientes, en lugar de ofrecerles algo propio, con un cocinero de la casa y una cocina de la región. Durante décadas, en los grandes restaurantes de ciudad solo comían Banqueros e industriales. Los ciudadanos de a pie han empezado a frecuentar las grandes mesas desde el momento en que la sociedad ha asumido que la cocina es un hecho cultural.
De todos modos, los negocios, cuando van viento en popa, aún llenan los restaurantes de las ciudades,las coctelerías y, en ferias , las whiskerías , pero en estos casos la gastronomía no es más que un pretexto para crear un ambiente festivo…. pagando las gambas un 40% mas caras de lo habitual . Pero en época de vacas flacas, cuando, como hoy, los empresarios controlan mucho mas los gastos de representación, el reflujo económico se nota en los restaurantes tanto como en la bolsa, y somos muchos los que hemos visto cerrar establecimientos que realizaban una cocina honesta y bien ejecutada, pero cuyas estructuras no soportaron tener sólo dos mesas en el comedor.
Hoy para las comidas de negocios, se estilan restaurantes exóticos, de diseño y donde la cuenta no haya que justificarla con un informe para poder meterla en la liquidación de gastos. Así , surgen establecimientos de apariencias y estéticas deslumbrantes que ofrecen comisad de negocios en un entorno bonito y a la moda. Las nuevas generaciones comen rápido porque en Europa se ha contagiado del modelo Anlgosajón: se come poco al mediodía y mal, porque esencialmente no hay tiempo.
Se terminaron aquellas sobremesas hasta las siete de la tarde, donde el Whisky se acababa o la máquina de hielo ya no fabricaba mas cubitos. Comer en una barra de sushi o un carpaccio de buey con aceite de trufa tiene más cuento que fundamento. Las comidas de verdad, en las que se comen trufas, langostas y excelentes cabritos, se realizan fuera de la gran ciudad y al terminarlas ya no se vuelve al trabajo. Por fortuna, aún quedan unos pocos restaurantes de ciudad donde se puede comer con calma, porque una vez hechos los tratos, firmados y bien atados, se puede aparcar los negocios y el tiempo ya no cuenta.
Se reconoce un comedor de negocios por el porcentaje de ejecutivos que lucen traje y corbata. Es sintomático que los fines de semana, al llegar la hora de la cena en un restaurante gastronómico veamos a las señoras impecablemente bien vestidas, y a los hombres con jersey o en mangas de camisa, símbolo de su liberación temporal. Así se explica que la alta cocina , cuando forma parte del ocio, se disfruta con cierta informalidad .
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