Antes de empezar a trabajar en Can Fabes, se me presentó una oportunidad para embarcarme en el Flamante Queen Mary, justo regresaba de mi formación en Inglaterra, y buscaba donde encauzar mi futuro. Le di muchas vueltas, no por falta de ilusión, ya que el lujo de este Barco era de lo mas destacable, asó como su oferta gastronómica, asesorada por chef’s de renombre, mas bien por mis miedos a si sería capaz de estar tan limitado al espacio de un Barco, cierto es que luego tenias muchas vacaciones seguidas, pero también muchos días sin pisar tierra y limitando tu vida social al reducto del trabajo, dude y mucho, y finalmente desistí, he tenido compañeros que se han embarcado en esta aventura, unos hablan maravillas de su experiencia, otros no aguantaron, lo que si que está claro, es que el nivel de servicio de estos Hoteles de Lujo flotantes, es espectacular, motivo hoy del cuaderno de Santi, donde nos habla de cocinar e un Barco….
Cocinar En Un Barco…
La fascinación que despierta el viajar sacude tierra, mar y aire. Se celebran congresos en el otro extremo del planeta. Se aprovecha un puente como el de la Constitución para saltar el océano. Las grandes compañías incentivan a sus ejecutivos con viajes de ocio que se combinan con reuniones de trabajo y convivencia. El mucho de hoy se nos ha vuelto pequeño; los vuelos a bajo precio que ofrecen líneas aéreas que operan en aeropuertos alternativos constituyen un auténtico fenómeno social. Jóvenes y no tan jóvenes necesitan tener agendas repletas de actividades porque, si no, les coge un “mono” de actividad tal que cuesta de entender con la mirada de unos años atrás. El futuro se mueve a gran velocidad.
Con motivo de la celebración del Salón Náutico en Barcelona, se inauguró un trasatlántico de la compañía Costa Cruceros que me pareció un sueño; un sueño flotante en el que miles de pasajeros viajan por todo el mundo, desde la Patagonia al Caribe, pasando por el delta del Nilo o por el siempre maravilloso Bósforo, sin olvidar las islas griegas, donde se vive bajo una luz prodigiosa.
Han cambiado los viajes marítimos. Ya no son como los que antaño partían de los puertos de Rotterdam o nueva york, pues el tiempo hoy no se saborea de la misma forma; sin embargo, seguramente la cocina que se puede disfrutar hoy en un crucero de lujo es muy superior a la de aquella época en que el espectáculo de la puesta del sol enamoraba más a las parejas que la superoferta de ocio con la que cuentan hoy.
Chefs dela talla internacional de Gualtiero Marchesi o Michel Roux se ocupan de organizar y diseñar los menús de los cruceros a lo largo de una semana, que son los días que éstos duran por término medio. Las cifras que se mueven en este mundo son inmensas: hay compañías que llegan a servir en un solo día treinta y cinco mil comidas. Cada barco tiene capacidad para más de tres mil pasajeros, a los que hay que sumar las mil personas que forman la tripulación. El gran secreto de los chefs ejecutivos que se ocupan de la cocina de a bordo es tener una gran capacidad de organización y, al mismo tiempo, unos conocimientos sobre seguridad alimentaria muy completos. No se trata sólo de diseñar menús agradables, gustosos, adaptados a la cultura de los pasajeros, sino que la composición de los menús tiene que ser de fácil realización, ya que las comidas o cenas no duran más de hora y media.
Las instalaciones han sido estudiadas al detalle, pues la superficie de cocina dentro del barco tiene un valor muy distinto que en un edificio en tierra. Se tienen que calcular los movimientos, sincronizar un equipo de ciento cincuenta cocineros y se debe tener en cuenta que la mayoría es personal no especializado y que cambia cada temporada. La velocidad, la preparación y en el emplatado condicionan en gran medida la distribución de las cocinas. Panadería, pastelería, cámaras, bodega…, son un ejemplo muy a tener en cuenta por todas las compañías que trabajan en el mundo del cátering.
Los lectores que han viajado en cruceros seguro que recordarán más los buenos momentos entre amigos o familia que la exquisitez de la cocina, pero considerando todas las dificultades que conlleva vivir en alta mar, les puedo asegurar que el personal es de una calidad y una profesionalidad admirables.