Siempre me he referido a la sala, como la puesta en escena de una gran obra que interpretamos cada día para nuestros clientes, comparo a los actores de teatro, con los camareros , por varios motivos y con algunas diferencias, todos interpretamos lo mejor que sabemos según nuestro conocimientos, con la misma premisa , satisfacer a nuestro público, agradar, sorprender, dejar un recuerdo en la memoria capaz de sobrevivir al paso del tiempo, aquellos recuerdos que te transportan de inmediato a lo vivido, a pesar del tiempo, es un agradable recuerdo que se mantiene dentro de ti, por otro lado, estamos actuando, nosotros somos de una forma concreta en nuestra privacidad, en muchos casos, totalmente distintos a como nos comportamos en nuestro trabajo, por varios motivos, las formas, las estéticas y las que tienen que ver mas directamente con el carácter, por autocontrol , por lo que se debe y no se debe, de aquí el paralelismo que encuentro con un actor, que interpreta un papel concreto, en una obra concreta y que no quiere decir que el personaje en cuestión , sea la definición de como es el actor, aunque es cierto que en
muchos casos, en obras o series de televisión, les queda para siempre la marca del personaje interpretado, y dependiendo del papel que les ha tocado interpretar, me consta que a veces algún disgusto les ha ocasionado.
Dentro de este paralelismo, tenemos una ventaja frente a los actores, al final ellos interpretan un mismo papel, de una misma obra, tantos días como dure la misma, que en algunos casos puede prolongarse meses. Tenemos la gran suerte que nuestro papel es distinto en cada actuación, no existe un día igual, no existe un cliente igual, y no sabemos cuando abrimos las puertas de nuestros restaurantes como se va a desarrollar la obra, la adaptaremos a medida que avancen los acontecimientos, y esto señores es algo muy grande que nos ofrece nuestro oficio, donde el aburrimiento es imposible .
Pero al igual que los actores y por absoluta profesionalidad, debemos separar nuestras emociones personales, nuestra vida personal, de la laboral, ya que como en cualquier actuación, el cliente se merece la mejor de nuestras sonrisas, al margen de nuestros problemas, nuestros disgustos, nuestras angustias, nuestras preocupaciones, tenemos que recibir con nuestro buen hacer, separando nuestras emociones y dando todo lo mejor que sabemos, así se define un gran profesional, esta parte normalmente no relatada en los manuales de hostelería y que resulta tan complejo de conciliar, los problemas de trabajo pueden afectarte a tu vida personal, y tus desequilibrios pueden afectar a tu trabajo, no solo en lo negativo, el objetivo para cualquiera de nosotros siempre debe ser positivo, y pensar que la satisfacción de hacer lo que nos gusta , de disfrutar con nuestro trabajo, nos ayuda a equilibrar y a disfrutar mas
intensamente de los pocos momentos que disponemos.
Detrás de un traje y una corbata, existe un camarero, pero también una persona, divertida, extrovertida, humilde, discreta, alegre, curiosa… detrás de este profesional, existen sentimientos, por mucho que el se esfuerce es ser profesional y mostrar la mejor de sus sonrisas, dentro, las emociones siguen fluyendo… Detrás de ese traje existe una vida dedicada en cuerpo y alma a un trabajo, donde continuamente esta en lucha lo que te arrebata y lo que tanto te ofrece…